Convento de San Antonio el Real de Segovia

El Convento de San Antonio se levanta en las afueras de la ciudad de Segovia Real. Fue construido en el año 1455 por Enrique IV de Castilla sobre la base de la casa de campo de Enrique IV conocida como “El Campillo”, situada en un bosque cercano a la ciudad de Segovia. La reina Isabel La Católica cedió el Convento de San Antonio a las monjas Clarisas que entraron a vivir en él el 12 de abril del año 1488 y pasó a calificarse desde esa fecha como El Real, por concesión de los Reyes Católicos.
 
San Antonio el Real se convirtió en el Convento de más prestigio de la ciudad. Jóvenes de familias nobles y poderosas acudían a él atraídas por la vida ejemplar de sus moradoras. Económicamente también se vio enriquecido con donaciones, rentas y mandas testamentarias, entre las que destacan las de la reina Isabel.
 
Hacia el año 1565, once mujeres de vida pública se reunieron con el fin de abandonar su licenciosa vida y hacer penitencia. Don Manuel del Sello, regidor de la ciudad, pensó en fundar para ellas un convento de Penitencia, a imitación de otros fundados en Castilla. La Casae iglesia del Corpus le parecieron el lugar apropiado para ello y, en efecto, el 13 de enero de 1572, cinco religiosas del Convento de San Antonio se instalaron en el Convento del Corpus Christi con las once arrepentidas y cuatro maestras dando origen a una nueva fundación de Clarisas en la ciudad.
 
En 1808, las religiosas se vieron obligadas a abandonar el Convento por temor a una posible invasión del mismo por las tropas francesas. Buscaron refugio en el convento de Isabeles de San Martín de Valdeiglesías y allí permanecieron unos dos meses, al cabo de los cuales pudieron regresar. A su vez, ellas debieron acoger en dos ocasiones a las clarisas del Corpus, así como también a las Terciarias regulares del Espinar, las concepcionistas de Segovia y las Clarisas de Villacastín. Por su parte, la Comunidad recibió ayuda fraterna de las clarisas del Corpus Cristi en 1951. Tres hermanas asumieron la dirección de la Comunidad, entonces muy disminuía de personal.
 
En 1960 se abrió al público el museo conventual, constituido por el claustro, refectorio, sala capitular y otras dependencias de gran belleza histórico-artística. El recorrido comienza por la iglesia, obra barroca del siglo XVIII, cuando la primitiva nave del siglo XV fue transformada. El artesonado original del techo se respetó. Se trata de un excelente trabajo artesanal de estilo mudéjar, muy del gusto de los monarcas castellanos de la Casa de Tras támara e inspirados en los del reino Nazarí de Granada. La madera utilizada procede del pinar de Valsaín. El friso de yesería, con decoración gótica, contiene la heráldica de Enrique IV. destaca un retablo flamenco con el tema de la Pasión de Jesucristo, datado en torno al año 1460. La Sala Capitular es la pieza más sobrecogedora después de la iglesia. El claustro es otra maravilla más del recinto, en excelente estado de conservación a pesar de haber estado desprotegido de las inclemencias del tiempo hasta el siglo XVII , época en la que sus arcos fueron cerrados debido al intenso frío. En fin, no en vano, el Monasterio fue declarado Monumento Nacional en el año 1931.
















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