Convento de Santa Clara en Sucre, Bolivia


Fundada en 1540 sobre un caserío indígena y declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad, la Ciudad de Sucre es conocida como la ciudad de los cuatro nombres: Ciudad Blanca, Charcas, Sucre y La Plata. En esta ciudad Doña María de Zeballos funda un Convento de Hermanas Clarisas.
Doña María de Zeballos y Vera nació en Chuquisaca de padres españoles. Mujer de honda religiosidad y muy sana de costumbres, fue  esposa de Jerónimo Maldonado de Buendía y, quedando viuda de él, con "caudal y haciendas raíces suficientes, decidió edificar un Convento de la Orden de Santa Clara en la ciudad de Sucre en un solar propio".  Para ello el 2 de enero de 1627 mandó la solicitud a la real Audiencia, y después de casi diez años de  muchas dificultades y penalidades, el 16 de enero de 1636, con licencia del Rey Don Felipe IV de los reinos de España, siendo Arzobispo de los Charcas don Francisco de Borja, consigue la anhelada fundación.
 
 Comenzaron a vivir 12 doncellas, algunas sobrinas y amigas, y la propia fundadora, todas de la Ciudad de La Plata. Dispuestas a aprender la forma de vida de santa Clara y a lograr una mejor organización de la vida regular, doña María pide ayuda a las Hermanas Clarisas del Cuzco (Perú). De allí vinieron tres hermanas como abadesa, vicaria y maestra de novicias. Después de tres años, en 1639, fue elegida abadesa, Doña María Ceballos y permaneció en el cargo hasta el año 1654 en que falleció.
 
 El Convento llegó a gozar de gran fama, lo que propició el ingreso de numerosísimas jóvenes. Llegaron a vivir en él más de 300 hermanas provenientes en su mayoría de familias acomodadas, como lo pone de manifiesto el esplendor pictórico, artístico y ornamental del Convento, fruto en gran medida de  las dotes y donaciones de grandes familias; todo ello huella de un pasado con un amplio y rico patrimonio conventual. 

A partir de 1809, la guerra de la Independencia puso fin a este período de esplendor y prosperidad conventual, y comienza una época marcada por grandes carencias e incluso miseria material. Las hermanas tienen que mantenerse del fruto de su trabajo; esto las indujo a desarrollar cualidades personales y creatividad.  Fruto de ello fue la difusión y venta de las, ya inventadas desde el año 1700, "empanadas de Santa Clara”. El transcurso del tiempo ha multiplicado su consumo hasta el día de hoy, sobre todo en nuestra Ciudad de Sucre. 
 
Todo el edificio Conventual pone de relieve la huella colonial y permite descubrir un pasado pleno de arte y religiosidad manifestado también en la belleza y ornato litúrgico; el órgano de fuelle con sus 419 tubos y construido  por Fray Pedro de las Casas en el año 1792, da buena fe de ello, como también las importantes obras que exponen en su museo.
 
En 2002 haciendo obras de restauración en los techos, casualmente se descubrieron en las paredes de los claustros pinturas ocultas bajo capas de cal. 600 metros cuadrados de pinturas murales que en la planta alta representan escenas de la vida de la Virgen María y en la planta baja, de la pasión de Cristo. Todo ello ha sido restaurado recientemente.
 
Ahora, en nuestros días, seguimos cultivando el espíritu de entrega y oración, esforzándonos por continuar testimoniando en nuestra Ciudad de Sucre (Capital de Bolivia), que el Señor es nuestro Dios y que Él es el sentido y la fuente de nuestro gozo.




  




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se eliminará automáticamente cualquier comentario ofensivo o inapropiado