Fundada en 1540 sobre un
caserío indígena y declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad,
la Ciudad de Sucre es conocida como la ciudad de
los cuatro nombres: Ciudad Blanca, Charcas, Sucre y La Plata. En esta ciudad Doña María de Zeballos funda un Convento de Hermanas Clarisas.
Comenzaron
a vivir 12 doncellas, algunas sobrinas y amigas, y la propia fundadora, todas
de la Ciudad de La Plata. Dispuestas a aprender la forma de vida de santa Clara
y a lograr una mejor organización de la vida regular, doña María pide ayuda a
las Hermanas Clarisas del Cuzco (Perú). De allí vinieron tres hermanas como abadesa,
vicaria y maestra de novicias. Después de tres años, en 1639, fue elegida
abadesa, Doña María Ceballos y permaneció en el cargo hasta el año 1654 en que
falleció.
El
Convento llegó a gozar de gran fama, lo que propició el ingreso de numerosísimas
jóvenes. Llegaron a vivir en él más de 300 hermanas provenientes en su mayoría
de familias acomodadas, como lo pone de manifiesto el esplendor pictórico, artístico
y ornamental del Convento, fruto en gran medida de las dotes y donaciones de grandes familias; todo
ello huella de un pasado con un amplio y rico patrimonio conventual.
Doña
María de Zeballos y Vera
nació en Chuquisaca de padres españoles. Mujer de honda religiosidad y muy sana
de costumbres, fue esposa de Jerónimo
Maldonado de Buendía y, quedando viuda de él, con "caudal y haciendas raíces
suficientes, decidió edificar un Convento de la Orden de Santa Clara en la
ciudad de Sucre en un solar propio".
Para ello el 2 de enero de 1627 mandó la solicitud a la real Audiencia,
y después de casi diez años de muchas
dificultades y penalidades, el 16 de enero de 1636, con licencia del Rey Don
Felipe IV de los reinos de España, siendo Arzobispo de los Charcas don
Francisco de Borja, consigue la anhelada fundación.
A
partir de 1809, la guerra de la Independencia puso fin a este período de
esplendor y prosperidad conventual, y comienza una época marcada por grandes
carencias e incluso miseria material. Las hermanas tienen que mantenerse del
fruto de su trabajo; esto las indujo a desarrollar cualidades personales y
creatividad. Fruto de ello fue la
difusión y venta de las, ya inventadas desde el año 1700, "empanadas de
Santa Clara”. El transcurso del tiempo ha multiplicado su consumo hasta el día
de hoy, sobre todo en nuestra Ciudad de Sucre.
Todo el edificio Conventual
pone de relieve la huella colonial y permite descubrir un pasado pleno de arte
y religiosidad manifestado también en la belleza y ornato litúrgico; el órgano de fuelle con sus 419 tubos
y construido por Fray Pedro de las Casas
en el año 1792, da buena fe de ello, como también las importantes obras que
exponen en su museo.
En 2002 haciendo obras
de restauración en los techos, casualmente se descubrieron en las paredes
de los claustros pinturas ocultas bajo capas de cal. 600 metros cuadrados
de pinturas murales que en la planta alta representan escenas de la vida de la
Virgen María y en la planta baja, de la pasión de Cristo. Todo ello ha sido restaurado
recientemente.
Ahora, en nuestros días, seguimos
cultivando el espíritu de entrega y oración, esforzándonos por continuar
testimoniando en nuestra Ciudad de Sucre (Capital de Bolivia), que el Señor es
nuestro Dios y que Él es el sentido y la fuente de nuestro gozo.
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