Convento de Santa Clara en Puerto Suárez, Bolivia


En el año 1997, Monseñor Carlos Stetter, Obispo de San Ignacio de Velasco, Bolivia, comenzó a lanzar la idea de la fundación. Por aquel entonces la Alcaldía de Puerto Suárez hizo donación a la diócesis de un terreno cargado de posibilidades. Y Monseñor comenzó a soñar. Primero insinuaba y más tarde pidió expresamente a las hermanas Clarisas de San Ignacio, la posibilidad de una fundación. 
La comunidad lo reflexionó, lo oró y al fin se ilusiono grandemente con el proyecto. El día 9 de febrero de 1998, el Capítulo Conventual, convocado por  la M. Abadesa Mª. Joaquín de la Fuente, después de profunda reflexión y diálogo, dio el consentimiento para asumir este proyecto. El 7 de junio, solemnidad de la Santísima Trinidad, tuvimos la oportunidad de conocer “la tierra prometida” y dos hermanas con Monseñor Carlos viajaron en su avioneta a Puerto Suárez, capital de la provincia German Busch.
El 20 de Agosto del 2000, se obtuvo el Vº Bº de la M. Presidenta de nuestra Federación Castellana, M. Mª. Teresa Pandelet, del Asistente P. José Álvarez y del Provincial de Bolivia P. René Vargas. Y el 18 de Octubre del 2000, la Sagrada Congregación concedió la gracia solicitada, oído el parecer del Obispo de San Ignacio de Velasco. 
El día 13 de junio de 2002, fiesta de S. Antonio, nos despedíamos de la Comunidad de S. Ignacio e iniciábamos la nueva andadura convencidas con ello de cumplir la voluntad de Dios y dar continuidad al proyecto de fundación como filial de San Ignacio. Llegamos a Puerto Suárez el 14 de junio a las 11 de la mañana.
Después de unos años, la Comunidad había crecido lo suficiente como para pedir la erección canónica. El 21 de Noviembre de 2007, llegó el rescripto de Roma concediéndolo junto con el decreto de poder pertenecer a la Federación Castellana de San Gregorio Magno.
Como todas las obras de Dios, también ésta tuvo que pasar por el tamiz de la purificación. La Comunidad comenzó a disminuir, hermanas más y menos jóvenes salieron del convento, de modo que en un espacio corto quedamos el mismo número que cuando salimos de San Ignacio, aunque no las mismas hermanas.





Somos felices. Las palabras que Dios pone en boca del profeta Isaías, 56,7 se cumplen en nuestras vidas: “Las traeré a mi cerro Santo y haré que se sientan felices en mi casa de oración”. Cuidamos mucho la Liturgia y la adoración al Santísimo, Con este alimento se resiste hasta el fuerte calor de Puerto Suárez. 

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